-¿En serio?
-Te lo juro
-¿Cómo así?
Así.
La película había terminado a las dos de la mañana. Entre las dos y las cuatro, no pude dormir. Estúpido. Di vueltas muchas veces entre el sillón, la cama y la tv. Y no encontraba el momento. Tuve muchos momentos pero no el momento. Necesitaba volver y arreglarlo todo. Y no tenía la fórmula. Por eso dejé de pensar tanto y elegí tres lugares.
Decidí volver y no hablarle. No hablarle de nada. No preguntarle quién era. Decidí volver y no quedarme. Hoy, ella estaría estudiando todavía. No habría perdido ese par de años por mi culpa, tratando de cubrir el vacío y de espantar el silencio. Habría soñado un poco más y hoy sería más autentica. Decidí volver y liberarla de mí para siempre. Hoy no estaría huyendo de ella, otra vez.
Decidí volver y no ir a esa cita. Quién iba pensar que después de trabajar ahi, jurando que dios tiene un plan para nosotros, terminaría odiando las misas y a toda la gente ahí. No la hubiera conocido, tampoco hubiese conocido ese maldito temor de despertar todos los dias pensando que se había eliminado. Soporté hasta donde pude. Y me pagó acostándose con un psicópata, con un amigo y con un hijo de puta. Y encima se atrevió a echarme la culpa. Si, volver y no ir a esa cita.
Por otro lado, decidí volver a ese momento exacto. Ese en que te conocí. Ese cuando por primera vez mi corazón habló correctamente. Ese en que tan solo en un pequeño segundo, escribí un poema, un beso, un camino. Ese en que te pedí olvidar las asíntotas. Ese en que mi amor por ti apareció exponencialmente en el firmamento. Ese en que debí pedirte que lo dejes. Ese año campeonó Italia y hoy, cuando solo soy quien te perdí, canto Il Mondo.
Solo volvería por ti. Pero no se puede. Terminé llorando en el armario, cerrando los puños, arrepentido, totalmente arrepentido. Una hermana como Kit Kat hubiese ayudado, como las partidas de pinpon con el viejo, y los amigos. Algo me dice que nuestra historia no ha terminado. Sigo viajando y otra vez chocaré contigo, ya verás.