sábado, 18 de abril de 2020

L'eclisse (1962): He visto la ciudad vacía

¿De qué va El Eclipse?, me preguntaste, no pude responderte, te adelantaste a pedir un taxi y te fuiste sin despedirte, he visto la ciudad vacía y la sonrisa que se va de tu rostro, he visto tu soledad al abrazarte y la luz irse al apagar una vela.


No supe de ti por dos semanas. No pude hacer nada salvo mirar películas y asomarme a la ventana si escuchaba un auto acercarse, no pude dormir y los días simplemente pasaban.

Me escribiste diciendo que Vittoria estaba insatisfecha por ser mujer, no por no querer, no por no poder amar, no por la ciudad, no por su mala relación con su madre, estaba vacía porque la eclipsaba el mundo y la sociedad por no dejarla ser libre, ¿Estás bien?, ¿nos podemos ver?, te pregunté, No, pero te quiero, colgaste.


"Quisiera no amarte o amarte mucho más", esa frase de Vittoria la tatué en un cuaderno donde apuntaba cosas que me gustaban, aunque esa frase me dolía, eres Vittoria en una ciudad más agresiva, sería lo primero que te diría apenas te vea otra vez. No lo fue.



Como en el filme de Antonioni, te conocí a través de un vidrio, pude entender con el tiempo que no podré conocerte y tenerte a mi lado es solo un placebo doloroso, hoy me llamaste y me dijiste si quería ver El Desierto Rojo, decirte que no sería una locura.



He visto la ciudad vacía y tu rostro sonreir solo un instante antes de que el eclipse vuelva, con eso basta, hasta ahora, por hoy.

jueves, 16 de enero de 2020

The Revenant (2016): "Asilo en tu corazón"



Tu corazón es una ventana siempre cerrada, con las rejas de oro soldadas, con los brazos ocultos y los ojos llorando. Tu corazón es un montaña de suspiros helados, de estantes de navajas relucientes, de fronteras sangrantes y murmullos indolentes. Tu corazón es una noche en el callejón, de piedras mordidas, hojas secas, y rubíes entre el carbón. 


Eres la risa tras el incendio. Eres el centro. Eres el espacio eterno entre los pasos y el camino. A veces me siento entero cuando te contemplo, y renuncio a que de tu nombre huyen pedazos míos, entre riñas y heridas despiertas. Eres el disco que no cesa, el viento entre mi bandera y el silencio. Eres el juicio de cada enseñanza, el dolor de cada estrofa. 


Sigo buscando ese espacio hondo en tu pecho, para llenarlo de gritos, para matar lo inmóvil, para matar lo insano, para matar el miedo. Sigo buscando el humo de tu llanto, que ahoga los retazos de una vida que se arrastra en los vidrios de tu ventana. Que navega entre los fuegos del cordón que nos ata a la tierra.  


Al final yo solo soy aquel que sigue pidiendo un asilo en tu corazón.