¿De qué va El Eclipse?, me preguntaste, no pude responderte, te adelantaste a pedir un taxi y te fuiste sin despedirte, he visto la ciudad vacía y la sonrisa que se va de tu rostro, he visto tu soledad al abrazarte y la luz irse al apagar una vela.
No supe de ti por dos semanas. No pude hacer nada salvo mirar películas y asomarme a la ventana si escuchaba un auto acercarse, no pude dormir y los días simplemente pasaban.
Me escribiste diciendo que Vittoria estaba insatisfecha por ser mujer, no por no querer, no por no poder amar, no por la ciudad, no por su mala relación con su madre, estaba vacía porque la eclipsaba el mundo y la sociedad por no dejarla ser libre, ¿Estás bien?, ¿nos podemos ver?, te pregunté, No, pero te quiero, colgaste.
"Quisiera no amarte o amarte mucho más", esa frase de Vittoria la tatué en un cuaderno donde apuntaba cosas que me gustaban, aunque esa frase me dolía, eres Vittoria en una ciudad más agresiva, sería lo primero que te diría apenas te vea otra vez. No lo fue.
Como en el filme de Antonioni, te conocí a través de un vidrio, pude entender con el tiempo que no podré conocerte y tenerte a mi lado es solo un placebo doloroso, hoy me llamaste y me dijiste si quería ver El Desierto Rojo, decirte que no sería una locura.
He visto la ciudad vacía y tu rostro sonreir solo un instante antes de que el eclipse vuelva, con eso basta, hasta ahora, por hoy.