lunes, 9 de enero de 2012

Away we go (2009): Nos parecemos tanto y nada.


Es una película simple. Pero no menos mala que las anteriores, por supuesto. En ella, yo me parezco mucho al huevón y tú eres toda la gravedad que ambos necesitamos para no divagar en tanta fantasía y risa. En la película, él dibuja un futuro con temperas, como los niños de tres años con un estuche de colores a su disposición. En cambio, tú dibujas la realidad simplemente con una sonrisa de esquina a esquina.


Nos parecemos tanto. Mientras termino el almuerzo ya quiero apachurrarte en el sillón y quedarme dormido en tu cintura. Debo confesar que no quiero ni puedo dormir hace muchas noches y contigo, nada más con un suspiro, me tienes roncando y soñando bonito. Y no, no es que me aburras. Luego aparecemos andando de la mano en medio de edificios, peleándonos y tú ganando. Para mi es suficiente que tengamos en común la hora de almuerzo, el amor por las siestas y los osos.


En la película, por más que me vea como un pobre imbécil, te las arreglas para dominar todo y vencer el frío de un país donde nadie nos mira. Desde el sillón cruzamos fronteras imaginarias, nos adeudamos con el viento llenándonos los pulmones de amor, de tanto amor, como para decir: mañana nos casamos.



Lo que nos diferencia de la película es casi nada. Sólo que espero de tu vientre lo que el tiempo, en muuuucho tiempo, nos regale al mundo el amor que tanto te tengo.
Te amo.

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