Veo sin cesar el boleto y la hora, intento agudizar mi oído al inglés, fuckin idioma universal, cambio la canción de mi reproductor, nunca había sido tan cruel, tan maquiavélico, qué buena canción, quédense todos en silencio, compartan conmigo lo bien que me siento.
Espero y mientras espero muchos pensamientos recorren mi cabeza, mi familia, mis cosas, mi ciudad, recuerdo en las promesas que me hizo mi chica y no tanto en las promesas que hice yo, pero al instante y sin pedir permiso aborda en mí lo que puede pasar, en todo lo que conoceré, en lo poco que me falta para abordar.
Por fin estoy allí, subiendo a aquel avión, donde los pensamientos empiezan hacerse verdad y la ciudad de la espera empieza a esfumarse en una brisa suave.