Me parece haberte visto en una película que era un sueño. En el sueño atravesábamos todo el país en busca de grandeza. Por los colores, siempre supe que había nacido para encontrarte. Tantas veces te vi sin que me veas, tantas veces tus ojos esquivaron mi tristeza entre la gran fiesta en la que siempre te encuentras. Sabes que te extraño en todos los bailes, odiando el rumor de tus labios besando al que dices que es el indicado, pulverizando el vidrio roto de los escombros del corazón.
Te recuerdo mientras ríes, mientras te veo dibujada en todas las notas de una guitarra. Te recuerdo en cada parada del bus, bostezando en la burbuja que nunca me atreví a reventar. Mi recuerdo esta en cada canción tuya, en cada lágrima que brotaba cuando lo recordabas, cuando te hacía daño, cuando lo aceptabas de vuelta. Mi recuerdo esta en todos los coros que los parlantes de la esquina someten a la idolatría.
Te sigo buscando en los bares, en los puentes, en los discos y en las revistas. Te sigo en una película, como en un poema, entre las imágenes eternas de tenerte entre mis brazos y no soñar con nada más. Firmo todas mis cartas como adulto cuando sabes que aún pienso como un niño. Niego el presente por recordarte en pequeñas fotos que encuentro en mi camino, arrastrándome al pasado. Y sólo te encuentro en canciones.
Y no encuentro respuestas a mis cartas para San Diego.
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