Los días más oscuros siempre tuvieron esa solemnidad con la que tú lo solucionas todo. Tomas desde siempre todos mis errores como tuyos, y los pocos triunfos como sólo míos. Porque siempre has creído que cada uno puede lograr llevar su propio destino. No puedo reclamarte nada. Incluso yo he tenido peores fracasos y siempre estuviste atrás, jodiendo claro, pero atrás… empujando la nave a tu manera.
He vivido muchas cosas solo. No te he compartido mucho porque a veces pienso que no entenderías. Pero entiendes todo. Tienes el alma joven y a donde vayas siempre tienes un punto de vista que nos diferencia de los demás. He vivido muchas cosas malas, y me alejé de ti para evitar esa mirada cansada de mis pasos en falso, de mis saltos al vacío, de mis retornos arrepentidos.
Hoy al despertar tuviste miedo de que uno de los dos no pueda continuar, pero si llegase el día siempre nos tendremos al costado. Me imagino todos los días, tratando de guiar bien, aunque no soy muy bueno ni el más inteligente, creo puedo llevar las riendas si me lo pides. Y si algo sale mal, se que te alejarás un poco para que pueda encontrar la respuesta, aunque siempre tenga que buscarte con la mirada.
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