lunes, 22 de diciembre de 2014

About Time (2013): La eternidad imaginaria


-¿En serio? 
-Te lo juro
-¿Cómo así?

Así.

La película había terminado a las dos de la mañana. Entre las dos y las cuatro, no pude dormir. Estúpido. Di vueltas muchas veces entre el sillón, la cama y la tv. Y no encontraba el momento. Tuve muchos momentos pero no el momento. Necesitaba volver y arreglarlo todo. Y no tenía la fórmula. Por eso dejé de pensar tanto y elegí tres lugares. 


Decidí volver y no hablarle. No hablarle de nada. No preguntarle quién era. Decidí volver y no quedarme. Hoy, ella estaría estudiando todavía. No habría perdido ese par de años por mi culpa, tratando de cubrir el vacío y de espantar el silencio. Habría soñado un poco más y hoy sería más autentica. Decidí volver y liberarla de mí para siempre. Hoy no estaría huyendo de ella, otra vez.


Decidí volver y no ir a esa cita. Quién iba pensar que después de trabajar ahi, jurando que dios tiene un plan para nosotros, terminaría odiando las misas y a toda la gente ahí. No la hubiera conocido, tampoco hubiese conocido ese maldito temor de despertar todos los dias pensando que se había eliminado. Soporté hasta donde pude. Y me pagó acostándose con un psicópata, con un amigo y con un hijo de puta. Y encima se atrevió a echarme la culpa. Si, volver y no ir a esa cita.


Por otro lado, decidí volver a ese momento exacto. Ese en que te conocí. Ese cuando por primera vez mi corazón habló correctamente. Ese en que tan solo en un pequeño segundo, escribí un poema, un beso, un camino. Ese en que te pedí olvidar las asíntotas. Ese en que mi amor por ti apareció exponencialmente en el firmamento. Ese en que debí pedirte que lo dejes. Ese año campeonó Italia y hoy, cuando solo soy quien te perdí, canto Il Mondo. 

Solo volvería por ti. Pero no se puede. Terminé llorando en el armario, cerrando los puños, arrepentido, totalmente arrepentido. Una hermana como Kit Kat hubiese ayudado, como las partidas de pinpon con el viejo, y los amigos. Algo me dice que nuestra historia no ha terminado. Sigo viajando y otra vez chocaré contigo, ya verás.

miércoles, 22 de enero de 2014

WALL-E (2008): En qué mundo vivimos


¿En qué mundo vivimos,  Eva? Siempre he sido un amante de aquel mundo analógico donde cada cosa tenía su valor por ser original; y ahora, Eva, me siento triste, todos son copias del otro como copias hechas por una máquina sin corazón, me siento triste, Eva.


A veces ando por ahí pensando en nada y, de rato en rato, en el pasado, en aquellos paseos por el centro, como aquella película, Eva, te acuerdas; ahora el viento sopla y rompe todo a su encuentro, es difícil, Eva, es difícil seguir acá si tú no estás.


Estás tan quieta y tan callada, Eva, que a veces tengo miedo de interrumpir tus pensamientos, cuéntame cómo funciona el Mundo, Eva, cuéntame cuándo volveremos a casa que aún hay mucho que quiero mostrarte, aún tengo muchas cosas que contarte.   



…Y el otro día corrí, corrí como nunca antes, 
antes de que la lluvia empiece, antes de que el sol se oculte, 
antes de que vuelva a perderte…

miércoles, 8 de enero de 2014

Amores Perros (2000): Entonces, ¿cómo?


La bestialidad  nos define: somos el amante, el hijo de puta, la desventura, el desterrado, el testarudo, la desalmada, el infierno; y la ira. Compartimos un mismo destino formado por un nudo en los intestinos y en la inmensidad del odio que le tenemos. La bestialidad tiene forma de mirada absorta en un deseo, de la lujuria que destruye corazones, de la fortuna con forma de rata, de la terquedad con la que ardemos por los errores de siempre.



Somos bestias que huimos por un agujero, por un accidente, por el dinero, por la muerte. Somos el grito que une cada latido con el sonar de un teléfono mudo, del disparo solitario de un adiós tácito, de las garras del destierro y el flagelo. Somos bestias por el miedo que le tenemos a la suerte. Del otro lado, somos bestias porque no entendemos que la fe nos azota y nos deforma. Somos bestias porque tenemos el recuerdo atado a la gravedad de la desdicha.


¿Recuerdas el momento preciso en que lo dejaste todo? Ese momento en que incineraste la vida, abrazaste la ira, destrozaste el mundo, y te volviste dueño de tu locura. Mientras más amas, más animal te vuelves y solamente el instinto te mueve, te promete entre vacíos y lagunas, que volverás a ser el mismo, u otra persona. Y al recordar ese momento, ¿cómo negociaste con tu destino? Me imagino que con la única moneda que nos queda: ser víctimas de la bestia que llevamos (a menudo) (muy) dentro.




Al final ni siquiera sé si me quedo o me voy. Así no puedo pensar, así no puedo sentir. 
Me da miedo la enormidad.