La sangre empieza a circular en este pueblo, la gente corre tras el río rojo que desciende hacia el mar tiñéndolo de aquel color perverso y con ausencia de piedad.
Todos intentan tocar un poco y marcarse la frente, hasta pueden matarse entre ellos si es necesario, aquel río los ha vuelto egoístas y la anarquía aumenta causando terror entre los niños y ancianos que miran horrorizados una masacre que aumenta más y más aquel chorro de sangre.
El cura está parado en la cima de todo rezando por las almas perdidas, gritando a Dios para que detenga la maldad de aquellos hombres y mujeres, si n embargo dentro de él hay un deseo inmenso de querer bañarse junto con ellos, es un deseo tan grande que sería capaz de traicionar hasta a su propio Dios, Oh, qué palabras tan tenebrosas nacen en mí, piensa y se atormenta.
La religión de la ambición y del deseo ha triunfado, la carne existe y el alma desaparece en aquel mar rojo donde el diablo espera para por fin brindar aquella cena con la que tanto sueña.
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